viernes, 4 de febrero de 2011

«La pobreza es la pólvora del terrorismo»


Fuente: Diario de ibiza
Alí Raisuni, historiador marroquí, presidente de la Asociación Dawa Islámica de Chaouen:

El presidente de la Asociación Dawa Islámica, que el pasado fin de semana ofreció una conferencia sobre los moriscos durante la I Trobada Cultural marroquí, cree que para lograr una convivencia pacífica entre Oriente y Occidente es preciso que en los países musulmanes «la gente sepa cómo huelen los derechos humanos» y acabar con la miseria que los degrada. Sobre cómo acabar con el terrorismo, está convencido de que «a las pistolas se las vence con el diálogo».

IBIZA | JOSÉ MIGUEL L. ROMERO Tocado con un tarbush negro, viste una impoluta chilaba gris en la que ha colocado un pin en el que las banderas de Marruecos, su patria, y Turquía se entrelazan. Alí Raisuni (1943), presidente de la Asociación Dawa [Invocación] Islámica de Chaouen, profesor de religión e imán de esa ciudad del norte marroquí, acaba de llegar precisamente de Estambul, donde ha ofrecido charlas sobre el islam y la convivencia democrática en calidad de otra de sus atribuciones, la de defensor a ultranza de la Alianza de Civilizaciones. Durante la I Trobada Cultural de Marruecos celebrada el pasado fin de semana, Raisuni ofreció una conferencia sobre su especialidad, los moriscos, de los que conserva en su casa miles de documentos. Su ciudad, de rincones teñidos de blanco y azul, una de las más visitadas por los turistas españoles, tiene un detalle en común con Ibiza: intenta ser declarada Patrimonio de la Humanidad, empeño en el que este historiador ha aportado su granito de arena.

Como si se tratara de un árbol, del tronco de cada pregunta crecen múltiples ramificaciones, decenas de digresiones. La primera surge cuando se le pregunta si ha hallado algún nexo entre Chaouen e Ibiza en esos legajos que atesora en su vivienda: «Los estudios al respecto no han avanzado todavía lo suficiente. Los moriscos que huyeron de España se distribuyeron entre Fez, Rabat, Chaouen, Tanger y el Rif, pero todavía no hay estudios que determinen qué comunidad salió de Balears y se instaló en Marruecos, Argelia, Túnez o Turquía».

­–¿En qué nos parecemos los habitantes de ambas orillas mediterráneas? ¿Qué nos separa?
–Nos unen más cosas que nos separan. Nos une el Mediterráneo.

Y comienza ahí otra de sus digresiones, fruto de su erudición: «Nos une que el mundo árabe participó en el descubrimiento de América a través de los mapas que utilizó Colón en su viaje. Hay documentos que demuestran que los musulmanes andalusíes pisaron el Nuevo Mundo antes de la llegada de Colón. Aún existen en México términos geográficos y palabras comunes que son árabe puro. Nos une con España mucha parte de la historia, de la alegría y de las lágrimas. Y actualmente nos unen los intereses. Este es un mundo muy pequeño en el que lo que nos afecta os afecta. Somos vecinos, el aire de España se puede oler en el mismo instante en Marruecos».

Que da lugar a una nueva digresión, la de las polémicas relaciones hispano marroquíes referentes a Ceuta y Melilla: «Existen aún problemas, como Ceuta y Melilla, sobre los que insistimos en que hay que negociar para que su soberanía se devuelva en el futuro a Marruecos a través de unas vías pacíficas. Creemos que todos los conflictos se pueden resolver a través del diálogo».

Y de ahí emana la tercera digresión, sobre el choque cultural entre el mundo Occidental y el Oriental: «La alianza con Occidente la consideramos positiva siempre que se respete nuestra identidad, los principios del mundo árabe e islámico. La globalización es muy buena para todas las partes, pero siempre que se respeten las características de cada país, su lengua, tradición, cultura, modo de entender la vida. Así queremos colaborar con España y Occidente, siempre que respeten la entidad de los musulmanes».

–¿Qué opina de las revueltas populares que están teniendo lugar en Túnez, Egipto y otros países árabes?

–La caída del muro de Berlín era un sueño desde que en 1945 se dividió Alemania en dos partes. Y ese sueño se hizo realidad. La dictadura en Egipto comenzó el 23 de julio de 1952 cuando el Ejército dio un golpe de Estado, expulsó al rey legal, Faruk, y empezó una dictadura en la que participaron primero Gamal Abdel Nasser, luego Anwar el Sadat y después Hosni Mubarak, que ha permanecido 30 años. El pueblo egipcio está muy aburrido del régimen de dictadura del Ejército y de presidentes que se muestran como ídolos, como pequeños dioses. Es gente que ha puesto la fuerza encima de la verdad y de la razón. La revolución de Internet y de los medios de comunicación ha despertado a los pueblos, que no pueden admitir que una persona pise su honor. Por eso se han levantado reclamando la libertad.

–¿Cómo cree que acabarán esos movimientos populares?

–Con la expulsión de Mubarak. Ocuparán su lugar los demócratas. Primero habrá una transición, en la que intervendrá gente que no ha participado en el antiguo régimen, como Mohamed el Baradey y otras personas dignas que no hayan mojado sus manos en la sangre del pueblo ni en la corrupción. Deben proponer una constitución y celebrar unas elecciones generales bajo control internacional de Naciones Unidas y de la Unión Europea para garantizar que las próximas elecciones sean limpias. Mubarak debe irse, pues ha llegado el momento de que el pueblo sienta el honor y la dignidad, que deje de vivir en esos niveles de pobreza.

De su exposición, trufada de aforismos («lo que puede destruir es la cabeza del político; la del pensador, la del filósofo y el científico, jamás. Los científicos han de entenderse antes que los políticos») surge entonces el tema del integrismo: «Para proseguir en su cargo, Mubarak siempre planteaba la amenaza de los islamistas a Occidente. Decía que con libertad y democracia llegarían al poder. Eso es mentira: no pueden llegar al poder, pues en ese país viven millones de coptos, musulmanes moderados, laicos y ateos, y los islamistas forman solo una pequeña parte, lo que les impide gobernar de una manera totalitaria. Ben Alí hizo lo mismo en Túnez. E igual sucedió en Argelia. (...) Eso era una democracia de mentira, del engaño. Ahora ha llegado el momento de que suelten el poder y dejen que el pueblo exprese sus deseos para que la tarta la comamos entre todos. (...) Parece que ahora Estados Unidos y Europa se han dado cuenta de que es mejor contar con el pueblo que con los dictadores. (...) Esta oleada de libertad debe extenderse por el mundo de manera pacífica. No queremos que haya sangre ni violencia ni terrorismo, que sea de manera pacífica».

No incluye, sin embargo, a Marruecos –una nueva rama de la anterior respuesta– entre las naciones gobernadas por déspotas: «Los países que han apostado por la democracia, que sigan, como Marruecos, que ha dado muchísimos pasos hacia la democracia. Desde que subió al trono el rey Mohamed VI en 1999 hemos pasado a una democracia muy adelantada. Aún no hemos llegado al nivel europeo, pero hay que seguir por esa vía con el consenso de todos los componentes del panorama político. (...) El camino hacia la democracia y los derechos humanos debe producirse a partir del consenso entre el rey de Marruecos, Mohamed VI, los partidos políticos, las fuerzas islamistas y la sociedad civil. Un consenso general como el visto en 1975 en España». [Horas después de la entrevista, el pasado 1 de febrero, dos profesores marroquíes sin empleo se quemaban a lo bonzo en la sede del Ministerio de la Educación, en Rabat, para protestar por su situación laboral. Otros 38 lo intentaron esa misma jornada.]

–Usted ha asegurado que existe un islam auténtico que convive en paz y armonía con el resto de la comunidad humana organizada. ¿Qué es necesario para que eso sea posible?

–El islam no es como lo interpreten determinados grupos. El islam está en el Corán, en la conducta del profeta. Nuestra civilización está basada en la raíz de esa palabra: SLM, salam, tres letras que significan paz. Islam es paz. Una vida sana en la que participen todos, cristianos, ateos, derecha, izquierda, turcos, españoles, gitanos... El islam llama a la humanidad para que todos convivamos en este planeta. Es necesario el respeto mutuo, el diálogo sin presiones, sin imponer un modelo. El entendimiento es vital. Es lo que lanzó José Luis Rodríguez Zapatero [presidente del Gobierno de España] en 2005 y que denominó Alianza de Civilizaciones. Es una iniciativa muy positiva que defendemos. Hemos de trabajar en lo que nos une. Hay diferencias, pero hay fórmulas sanas para la convivencia. Las armas se acabaron: ya no hay ningún grupo en el mundo islámico, excepto Al Qaeda, que pretenda usar las armas o la fuerza para conseguir sus objetivos.

–Están Hamás en Gaza, Hezbolá en Líbano...

–Hamás utiliza el armamento como lo utilizó Vietnam contra la invasión americana. Como la utilizó España contra la invasión napoleónica. Como Francia contra la invasión de Alemania. Es en defensa. No ataca a los civiles. El terrorismo es atacar, perjudicar, dañar, matar a los inocentes. Pero el campo de batalla es otro juicio. En el mundo islámico en general no hay grupos terroristas. Solo está Al Qaeda. En el islam verdadero no hay nadie que tome las armas para defender sus ideas o lograr sus objetivos, excepto algunos grupos raros, como los hay también en el cristianismo. Por la presión de la pobreza también pueden salir ese tipo de grupos armados, pero en el nombre del islam no pueden usar las armas.

Y de ahí surge una nueva ramificación, esta vez relacionada con el conflicto del Sahara y el violento desalojo del campamento de saharauis cercano a El Aaiun. Su argumento recuerda al esgrimido por las autoridades marroquíes: «Por eso advertimos de que entre las consecuencias negativas de la posible independencia del Sahara se encuentra que no podría evitar la penetración de los elementos de Al Qaeda en su Estado. Hay personas dentro del Polisario que colaboran con Al Qaeda en el Sahara y en el sur del Sahara, tanto en acciones militares como en las ejecuciones de los secuestrados, así como con el narcotráfico. Hay relación entre algunos grupos, no digo todo el Frente Polisario, con gente de Al Qaeda que quiere constituir un ejército en la zona del desierto entre Níger, Malí, Mauritania, Argelia y Marruecos. ¿Cómo Occidente no entiende que la creación de un Estado pequeño y débil no puede garantizar la paz? El que lo garantiza es un Estado estable de 1.400 años de antigüedad. Queremos al pueblo saharaui, le ayudamos, son nuestros amigos, y les hemos ofrecido una autonomía amplia con la garantía de Estados Unidos, la ONU y la Unión Europea para que dirija su pueblo y territorio.

–Su justificación sobre las vinculaciones entre el Frente Polisario y Al Qaeda es la misma que daban Ben Alí y Mubarak para que Occidente consintiera sus dictaduras y que usted criticaba en esta misma entrevista apenas unos minutos atrás.

–Pero en el caso del Sahara no es una tesis. Es una realidad. Han capturado rehenes y los han matado.

–Pero eso ocurrió en Mauritania.
–Al Qaeda tiene bases en el Sahara, un movimiento armado que mantiene relaciones con grupos del Polisario e intercambian armas. (...) Yo digo esto y no soy funcionario, estoy jubilado y no cobro nada del Gobierno marroquí para poder hablar en su nombre. Hablo en mi nombre, como persona imparcial, que analiza las cosas...

–Sobre el 11-M...

–El mismo día y posteriormente condenamos en la prensa, en las mezquitas, de manera clara, lo que sucedió. El rey Mohamed VI envió al primer ministro y a los ulemas a la catedral de Rabat y allí todos condenaron lo que ocurrió.

–Sobre el 11-M dijo en el periódico ABC 18 días después del atentado: «Cuando la Justicia demuestre quiénes son [los culpables], no bastará con las penas de cárcel, sino que habrá que dialogar con ellos para ahondar en sus sentimientos y en su pensamiento». ¿Sigue pensando igual?


–No se puede vencer con las pistolas. Se puede vencer a través del diálogo. La prueba es Gadafi, que encarceló a centenares de personas, pero hace unos años impulsó un diálogo entre pensadores islámicos y esos presos, y los terroristas llegaron a la conclusión de que usar las armas es un pecado. Se arrepintieron. También en Marruecos se han arrepentido. Porque el diálogo entre un teólogo musulmán y un preso acusado de terrorismo abre el horizonte a su arrepentimiento. Y esto también ha ocurrido en Egipto y en Arabia Saudí.

–También dijo en esa misma entrevista que las diferencias entre «países ricos y pobres, el norte y el sur, países con y sin tecnología... Todo eso puede producir fenómenos como el terrorismo y el crimen organizado». Suena a justificación.
–Hay que impedir que haya esas diferencias. La pobreza es como la pólvora. El hombre musulmán verdadero, aunque se muera de hambre, no usa las armas, no hace daño a nadie, es un ángel con forma humana. Pero hay chavales que no soportan la pobreza, la desigualdad, la necesidad, ver que hay gente que acumula dinero y otros que viven en la pobreza. Cuando hay pobreza de pensamiento y también de las necesidades, gente que vive en chabolas, ese es el nido del terrorismo. Por eso la Unión Europea debe ver que allí nace el terrorismo. Debe ayudar a los pobres, al norte de África, a Somalia, a Afganistán para luchar contra la pobreza y elevar el nivel de vida de la gente. Si se da seguridad económica y laboral, nadie usará la violencia. La violencia nace de la miseria, cuando hay pobreza de pensamiento, cuando hay tiranía, desigualdad, cuando el otro te odia. Y dentro del mundo islámico hay desigualdad, desgraciadamente. No hay reparto justo del dinero. (...) En los países islámicos no se puede resolver ese problema mediante la policía o el ejército, la fuerza, sino a través de las vías educativas y formativas, y que la gente sepa cómo huelen los derechos humanos. Así se puede llegar a fórmulas de convivencia muy buenas.


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